Uno de los procesos judiciales que más espacio ocupó en la prensa española durante 2019 fue el juicio de la bautizada desde los medios como “manada de Manresa”. Como resultado de este proceso judicial, 5 personas fueron declaradas culpables de abusos sexuales, imponiéndoseles diferentes penas de prisión. Estas condenas aún están pendientes de sentencia definitiva y ejecución tras el recurso presentado por la Fiscalía, finalmente desestimado, para que fuesen ampliadas a agresión sexual. Recientemente, la Audiencia de Barcelona ha desestimado el ingreso en prisión provisional de tres de las personas acusadas, en tanto se produce la sentencia definitiva del caso, a pesar de que las otras dos permanezcan fugadas y se encuentren en búsqueda y captura.

En esta información de EFE, que publica El Confidencial, lo más reseñable en cuanto a su tratamiento es la ausencia de referencias a la nacionalidad u origen geográfico de las personas condenadas por estos hechos delictivos. Esta circunstancia resulta especialmente significativa si se tiene en cuenta que la alusión a la procedencia de las mismas fue un recurso utilizado de forma reiterada, en muchas ocasiones destacada, por prácticamente la totalidad de medios que cubrieron este juicio durante 2019. Fue tanta la repercusión mediática de la atención a la nacionalidad en este caso, que propició un periodo de actualidad informativa marcado por la cobertura de otros delitos de índole sexual de los que siempre se consideró oportuno destacar la nacionalidad de las personas acusadas. Dicha focalización sobre el origen generó, a su vez, una fuerte corriente de opinión pública y dotó a determinados sectores sociales y políticos de “argumentos” que fueron usados para emprender una ofensiva xenófoba a través de redes sociales, que trataba de relacionar delitos sexuales y nacionalidad.

La experiencia derivada de tratamientos informativos en los que se destaca el origen geográfico de las personas implicadas, generando con ello señalamiento público de su condición migratoria y criminalizando al colectivo al que pertenecen por su procedencia, demuestra el poder que tienen los medios de comunicación para alentar situaciones que afectan al clima social. La decisión de no citar innecesariamente la procedencia de estas personas, especialmente si lo narrado son hechos negativos, implica un compromiso de la profesión periodística para propiciar espacios de encuentro y convivencia.

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